miércoles, 2 de marzo de 2011

Realidad ciega, pero realidad..

Once años, once tenía ya, y a penas había visto la luz del sol, sólo cuando ésta asomaba por su ventana, nunca salió de su casa, sentía una sensación extraña, desconocida e indefinible cada vez que pisaba la calle. Vivía solo la mayor parte del tiempo, así que casi no sabía mediar palabra, a veces una que otra suelta e incluso alguna escrita.. no sé de dónde las sacaría. No sabía qué eran las emociones, ni si tenían nombres.. Lloraba mucho, casi siempre, a pesar de no saber, tampoco, qué era eso, ni por qué lo hacía. El miedo le acechaba en cada esquina, aunque él no lo llamaría miedo.. seguiría siendo una sensación extraña, de hecho, para él todo era extraño, no había nada "normal".. Miraba por la ventana, y veía al sol, aunque no directamente, le dolían los ojos si lo hacía.. Semana a semana, casi mágicamente, aparecía comida en su nevera, pilas de ropa nueva e indicaciones, cortas y concisas.. Supongo que de ahí habría sacado las pocas que sabía..
Una vez vi a sus padres, a las tres de la madrugada, meter la comida en el frigorífico y escribir las distintas indicaciones, pero nunca se lo dije, costaría mucho que me entendiera, tampoco me escucharía, puesto que soy el narrador, y sólo los lectores tienen constancia de lo que escribo, pobre Paul. Dichos padres eran muy conservadores.. incluso creo que alguna desgracia les aconteció, desgracia que algún día me inventaré y os contaré, pues será curiosa, por eso no dejaban a su hijo salir y ver la luz del sol, notar la lluvia o, caminar por un campo..
Un buen (o mal día) aprendió a abrir la ventana, pero tenía barrotes y no pudo saltar.. El simple hecho de notar el aire en su cara le hizo, de alguna manera comprender lo hermoso del exterior.. pero sólo a pequeña escala.. Otro buen día buscó a sus padres por toda la casa, de arriba abajo, ¿Y qué encontró? Las llaves de la puerta, de su libertad, tampoco sabía cómo se utilizaban así que investigó, probó mil maneras de utilizarla, y sólo una funcionó, prescindir de ellas y abrir la ventana que tenía delante de sus narices..

Las soluciones no siempre son las evidentes, a veces, es necesario investigar, arriesgarse, y descubrir que esa es una de las maneras más prácticas de aprender qué es la vida (aunque nadie, o muy pocos, lo sepan)..
Y es que, la realidad, a pesar de ser dura, es realidad, y más vale saber a lo que te atienes antes que vivir por vivir sin vivir, a malas penas.. 

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