miércoles, 8 de febrero de 2012

Cuento del pescador y el empresario.

Iba un día un empresario caminando por la playa, con su vestimenta acorde, traje caro, reloj caro, gafas caras... cuando se encontró con un pescador liado con su pequeña embarcación. El empresario se acercó el humilde hombre y le preguntó por su actividad. El pescador respondió:
-Pues acabo de llegar de pescar, estoy terminando de recoger las redes y en breve iré a casa.
El empresario asombrado preguntó, iniciando esta conversación:
-¿Cómo es posible que usted, a las 2 de la tarde, ya haya terminado con su jornada de trabajo y pueda irse a casa? ¿Cómo trabaja usted normalmente?
-Yo me levanto normalmente sobre las 8. Nos sentamos mi mujer, mis hijos y yo en la mesa a desayunar, nos tomamos un café, y acompaño a los pequeños al colegio. A eso de las 9 vengo aquí, preparo el barco y salgo a pescar. En unas 4 horas he recogido suficiente para poder comer, aunque sin grandes lujos, toda la familia. Después de comer tengo un rato para dormir la siesta, y más tarde voy a recoger a los niños del colegio. Estamos juntos por la tarde y al día siguiente, otra vez a pescar.
-Pero buen hombre, ¿cómo puede usted trabajar así? -propuso el empresario con su visión de negocio-. ¿No se da cuenta de que podría ampliar su jornada otras 4 horas y sacar hasta el triple de pescado, que podría vender para sacar un dinero extra?
-¿Y para qué lo quiero? -respondió el pescador dudoso.
-¿No es evidente? ¡Con ese dinero usted en poco tiempo podría comprar un barco más grande y en mejores condiciones!
-¿Y para qué quiero otro barco? -dijo el pescador sonriendo.
-¿Es que no lo entiende? Con un barco más grande podrá mejorar su pesca, aumentar el negocio y en pocas semanas seguro que tendría el dinero suficiente para comprar otro barco y contratar patrones.
El pescador sorprendido y riendo contestó:
-Pero, ¿y para qué quiero tener más barcos y patrones?
-¡No me lo puedo creer! Por supuesto para aumentar increíblemente la producción, ganar mucho más dinero y comprar todavía más barcos. ¡En meses o semanas tendría usted una flota de 80 barcos! ¡La producción sería increíble!
-Pero sigo sin entender para qué necesito tantos barcos y tanta pesca. -apuntó el pescador que ya no podía aguantar la risa.
El empresario, casi perdiendo los nervios y dando el caso por perdido añadió:
-¿Usted no entiende que con una flota tan grande, empleados contratados y un negocio tan grande, podría tomarse la libertad y la tranquilidad de reducir su jornada de trabajo a sólo 4 horas, ir a comer a casa con su mujer y tener la tarde libre para dormir la siesta y poder ir a recoger a los niños al colegio?
El pescador sonriente sólo añadió:
-Y, ¿no tengo ya todo eso?


Cuento escuchado en el programa de RNE 1, Afectos matinales, en la madrugada del 08-02-2012.

martes, 10 de enero de 2012

Un poco de Teoría Racional y de Juegos


¿Puede relacionarse la TJ y la TER -a la hora de resolver un problema- con la empatía o hemos de analizarlas por separado para obtener un resultado más acertado?
Cuando hablamos de la TJ y la TER debemos tener en cuenta que las características de los agentes que participen en dichos juegos son que han de comportarse racional y egoístamente, o sea, que actuarán por incentivos para obtener el mayor beneficio posible con el menor coste.
Como hemos visto, aquí no encaja la empatía. Si bien es cierto que, de esta manera, habrá veces en las que obtengamos resultados poco menos que inmorales, pero eso no es lo que nos ocupa ahora.
 Por lo tanto, si nuestro objetivo es conseguir el mayor beneficio con el menor coste cabrá no considerar la empatía en la estrategia que escojamos, pero estoy no significa que siempre vaya a funcionar, puesto que, normalmente, en nuestras vidas influyen otros factores y habrá situaciones en las que no podamos obviar los sentimientos y las relaciones con la personas de nuestro alrededor.

 ¿Qué es ser racional? ¿Qué factores debemos tener en cuenta para actuar racionalmente?
Refiriéndonos a la TJ y a la TER el ser racional implica actuar según la estrategia con la que obtengamos mayores beneficios con menores costes, hasta aquí bien, parece fácil. Pero al llevar esto a la práctica nos daremos cuenta de que, en la mayoría de situaciones no se trata de elegir entre una buena o mala estrategia sino entre malas y menos malas. O sea, que nos encontraremos  con dos bifurcaciones: la teórica y la ética, en la teórica entran los límites, condiciones y posibilidades y, en la ética tendremos la dificultad de incluir la teoría en las relaciones con el resto de la sociedad –estamos hablando ahora de la “puesta en escena” de lo anterior- en las cuales habremos de aplicar una serie de principios morales propios de cada uno de los individuos si queremos actuar racionalmente.

Yo, personalmente, creo que esas dos ramas se molestan la una a la otra: el hecho de que apliquemos a las elecciones de estrategia una ética que nos ponga más limitaciones de las que ya tenemos impide la obtención de un beneficio mayor en la mayoría de los casos, por ejemplo, si yo quiero vender 3 kilos de tomates a mis primos me gustaría poder obviar que son de mi familia y poder así sacar el beneficio que sacaría normalmente, pero el hecho de que sean “de los míos”, por lo menos alguna vez que otra, hace que les haga un descuento, o incluso que se los regale como muestra de afecto. 

Sin embargo puedo llegar a la conclusión de que una rama sin la otra provocaría un desequilibrio importante que tampoco sería racional en determinadas situaciones, claro, si en mi empresa venden mi producto no me puedo preocupar de si alguien no llega a fin de mes, mi interés es ganar dinero y ya, pero en otros muchos aspectos de nuestra vida sí es necesario tener en consideración permanentemente tanto la una como la otra. La esencia está en conseguir aplicar una serie de principios éticos que hagan que la situación sea lo más justa posible pero sin que se perturbe demasiado el beneficio que se obtendría sin hacerlo, o sea, algo así como un equilibrio racional.

 ¿Podemos elegir no ser racionales? ¿Cuáles serían las consecuencias?
Por poder podríamos elegir creer que lo racional es tirarnos desde un 5º piso, porque estamos hartos de la vida, y esa es la mejor manera de acabar con nuestro sufrimiento, pero estaríamos hablando de errores de cálculo, vamos, sesgos cognitivos porque, en realidad, lo racional, es recapacitar y seguir viviendo porque hay muchas razones para hacerlo.

Todo esto, creo yo, depende de cómo entendamos “ser racional”: como que todos somos racionales porque tenemos capacidad de actuar racionalmente, o sea, que nunca somos irracionales, siempre intentamos actuar racionalmente y hay veces que nos sale mal o como que el ser humano es racional cuando actúa racionalmente, de manera que, cuando no es consciente de que se está equivocando se considera el fallo como un sesgo cognitivo y, cuando sabe que lo está haciendo mal y continúa actuando así es irracional. La segunda teoría confirmaría que sí que podemos elegir no ser racionales aunque las consecuencias sean graves, por ejemplo:  yo tengo el examen más complicado del año dentro de tres días, he de aprobarlo para entrar en la carrera que quiero, pero decido no estudiar y pasarlos tumbada el sofá, porque sí. Soy consciente de lo que estoy haciendo y considero más importante aprobar que ver la tele, pero elijo ser irracional y quedarme haciendo nada.

Creo que no hay respuesta concreta en esta pregunta, como en tantas otras.

¿Es la manera de actuar que los humanos tenemos la que da forma a los conceptos de racionalidad TER y TJ? Si todos actuáramos en base a nuestra empatía solamente dejaría de tener sentido aplicarla?
Posiblemente, estas teorías son así porque la mayoría de los humanos, en situaciones donde ni la empatía ni los sentimientos tienen cabida nos comportamos de la misma manera, así que, en la medida que nos alejamos de tal comportamiento en dichas situaciones así cambiaría la eficacia de los mismos resultando más o menos productivo aplicarlas.

La naturaleza, a la par que dura (Malthus) es sabia y siguiendo las leyes de la teoría evolucionista si no ha seleccionado a un ser humano superempático es porque, a la larga una sociedad así no prosperaría.

La racionalidad está relacionada, considerablemente, con el tiempo, ¿puede ser? Entonces, ¿cuánto más racional sea un agente mayor su impaciencia?
Con lo del tiempo me quería referir a que si podría considerarse como una variable más en las estrategias de TJ y TER cuando este tenga algo que ver.  Por ejemplo, cuando tenga que elegir entre comerme un plátano o una manzana, a no ser que sea en situaciones como “tengo poco tiempo, el plátano es más rápido de comer” el tiempo tendrá poco o nada que ver, pero si yo estoy pensando en la carrera universitaria que cursaré sí que me tiene que importar el tiempo de mi vida que quiero emplear en ella -depende de la importancia que le dé- de tal manera que habría que considerar la variable del tiempo tan importante como los costes y los beneficios  y por lo tanto lo lógico sería pensar que un agente racional va a querer mayores beneficios por menores costes en el menor tiempo posible, por eso lo de impacientes.