jueves, 31 de marzo de 2011

La importancia de los sueños, y de soñar.

Al igual que cualquier otro día Marta se levantó desganada, como venía haciendo meses atrás. Tareas tan cotidianas como podrían ser leer, dormir o contemplar la misma, pero no por eso menos hermosa, puesta de sol de todas las tardes se le hacían pesadas, pesadas hasta el punto de negarse rotundamente a llevarlas a cabo y romper la costumbre, y por desgracia, no conseguir acabar, junto a ella, con la rutina. Andrey, gran amigo y mejor compañero de Marta, natural de Australia y estudiante en España durante unos 7 años, predicaba por las esquinas del impecable piso de estudiantes su gran entereza al no dejarse influcenciar por esos agobios temporales, por aquellas responsabilidades estudiantiles que su padre observaba con gran detenimiento desde la tierra de los canguros, aquí así conocida. Pero ambos sabían que eso era una calumnia, cosa que ninguno de los dos discutiría por el estrés y la carga, mayor a la de un burro, diría yo, que portaban sobre sus espaldas.
De la misma manera que la carcoma debora la madera, la rutina lo hacía con éstos dos jóvenes.

Pasaron algunos meses más, y un buen día decidieron no levantarse de la cama, y así hicieron, durante horas permanecieron callados bajo las sábanas, con el sónido de los pájaros piando desde la misma ventana de los atardeceres, como si quiesieran llamar su atención. Un día más tarde despertaron, encontrándose con magníficas criaturillas preparándoles el desayuno, y unos errantes duendecillos negros, verdes, rojos, y de todos los colores que, vagamente, se movían restregando sus telas por los suelos que parecían no haber sido limpiados en semanas.. qué digo semanas, ¡Siglos!

Marta y Andrey, al notar tan angustiosa realidad decidieron cerrar los ojos, sin mirar al suelo, tampoco al techo, y menos a la nada, pues sin la nada todo es menos.. o eso creían en ese instante de desconcierto. Decidieron mirar al reloj de la pared donde misteriosamente el minutero y con él las horas y segundos se fundían deformando y conformando una realidad que debía ser la propia, pues estaban despiertos que, a modo de aspas que creaba bucles infinitos, aunque con fin.
Un lapsus llegó a la mente de ambos en el mismo momento, alguien llama a la puerta y todo vuelve a la "normalidad" consiguiendo así encontrar nada más que su muerte en el mismo despertar que les dio la vida.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Lo cierto de lo amargo.

Yo conocí a una niña que no se quejaba nunca, si por derechas o izquierdas le dieran ella ausente permanecía, creo creer que no creía en nada, y a malas penas ropa decente portaba sobre su ser, no comía aún si comida le dieran. Yo conocí a una niña que nunca existió.

martes, 29 de marzo de 2011

La tuerca

Como cualquier otro día pudo hacer, cogió el destornillador y le dio una vuelta a la tuerca que sujetaba el mundo. Hizo amago de apretarla pero sin querer la aflojó y vio así que el mundo no tenía fin.

lunes, 28 de marzo de 2011

Mamá, esas cosas me dan miedo..

Hoy es lunes, y como todos los días en los que mamá hace que nos levantemos temprano tenemos que vestirnos rápido y sin rechistar, ir al aseo, limpiarnos la cara y las manos, como ella nos enseñó. Hoy es lunes, pero mamá no nos ha dejado entrar en el aseo, tampoco lavarnos la cara y las manos. Cuando desayunábamos Yaïma y yo veíamos en la televisión unos dibujos que nos gustaban mucho, pero hoy no están puestos, ahora sale un señor mayor, con gafas y muy serio, incluso hasta parece nervioso, detrás suya hay dos torres muy grandes que veo yo todos los días al ir al cole y parecen expulsar nubes grandes de una especie de vapor blanco, parece divertido, como si fueran esas máquinas que ponen en las fiestas que tiran humo blanco en el que los niños se meten y saltan, pero el hombre con gafas no se ríe. Yaïma no se da cuenta, ella está jugando con el oso gris que le regalé por su cumpleaños, y está riendo y riendo sin parar, qué feliz es.

Yo he intentado preguntarle a mamá muchas cosas, pero en ninguna de ellas he obtenido respuesta. Esto es muy raro. Ahora hay muchos coches pitando en la calle, desesperados. También le he preguntado que por qué hacían eso y ella se ha limitado a hacerme callar con un gesto agresivo y tembloroso. Pobre mamá, lo está pasando mal.

Acaba de apagar el televisor y nos ha cogido de la mano muy fuerte, suda mucho.. Esta vez no subimos al ascensor, como siempre habíamos hecho, bajamos por las escaleras corriendo, llegamos al rellano y mamá abre la puerta, hay muchos coches pitando y ninguno de ellos puede avanzar.
Con las prisas no he podido mirar al cielo, una nube de color raro nos envuelve, el aire sabe como a hierro. Yaïma lleva a su osito, sigue sin darse cuenta de nada.


Hemos ido a un sitio con mucha gente llorando en el que había un cartel en el que ponía “Infectados” , antes de entrar nos han pasado una maquina blanca que pitaba mucho, pero sólo cuando estaba delante mía, de mamá o de Yaïma. Yo no sé lo que es eso, pero suena bien, de pequeña siempre asustaba a mi hermana con sonidos parecidos y por eso ella tiene mucho miedo ahora, se acaba de agarrar a la pierna de mamá. Nos han dejado pasar. Tenemos como una especie de cama y nos han dado ropa que huele mal y es vieja, pero dice mamá que tenemos que dar gracias, que hay gente que está mucho peor. Yaïma ya no es feliz, está llorando y yo lloro por dentro, pero no quiero hacerlo por fuera, porque si lo hiciera todos estaríamos más tristes, ahora estoy intentando animarlas con mis tonterías típicas, y, por lo menos, alguna sonrisa me dedican, aunque sea mínima.

Los días siguientes vimos como iban desalojando muchas camas, gran parte de las personas que días antes habían estado compartiendo lugar de residencia con nosotras habían desaparecido.
Mi primo, Danyel, me había contado días antes miles de historias en las que asesinos sanguinarios secuestran a niños y luego los matan, y les clavan cuchillos haciéndoles daño, yo temo que eso sea lo que está pasando ahora.
Mamá cada día está más blanca, y ya apenas se mueve, yo le prometí que cuidaría de mi hermana pequeña, y cumpliría con mi palabra, mal que me pese, o haya de pagar con mi vida.

El lunes siguiente a mamá le pusieron una manta de color oro sobre el cuerpo y la sacaron por donde habían sacado a todos nuestros ya ex-compañeros de residencia. Yaïma lloraba por cuarta o quinta vez, y por sexta yo le hice callar con un abrazo. Ahora estábamos solas, y yo sabía que no sería fácil.

16 años después..
Todas las noches me acuerdo de mamá, y aunque Yaïma no lo sepa, también lloro cuando pienso en ella y muchas veces, más de las que nadie se pueda imaginar, pienso cosas malas que no debería hacer, puesto que le prometí a la que ahora nos protege desde el cielo que no abandonaría nunca.
Ahora mi hermana ya tiene unos 18 años y yo ya casi llego a los 27. Qué rápido pasa el tiempo, aunque tú no lo quieras. Ambas vivimos en el mismo piso, a unos 60 Km de donde vivíamos antes.

Cierto día, mientras que Yaïma y yo salíamos a comer en el campo ella se desmayó, yo, nerviosa no sabía qué hacer. Como buena hermana mayor me informé de los efectos que tendría la radioactividad a largo plazo, y sí, perfectamente podría ser un cáncer, pues varios días atrás y de vez en cuando hace años vomitaba y tenía nauseas, también múltiples dolores de cabeza. Inmediatamente la llevé al hospital y allí confirmaron mi teoría, cáncer de tiroides. Aquí comenzaba mi lucha, el final del camino cada vez estaba más cerca, y a pesar de sufrir por mi hermana como lo hacía y he hecho hasta ahora ya no mis fuerzas, pero sí las de mi madre.

Los médicos me sacaron de la habitación, me dijeron que hacía ya casi 16 años que tenía la infección en su interior y que apenas le quedaban 2 o 3 días de vida a lo sumo. Yo le informé del accidente nuclear que ambas padecimos, y si digo que tardó más de 3 minutos en examinarme radiactivamente, miento. Padezco leucemia, pero viviría más, me dijeron.. cierto fue.
Podía observar día a día la evolución de mi hermana, ver cómo perdía el pelo y con él las ganas de vivir. No comía ya, demasiado duro el alimento, ni siquiera los líquidos le entraban, y la saliva era como balas para ella, o por sus gritos eso es lo que yo podía deducir, pues no hablaba ya.


Y aquí estoy, yo, la niña que creció muriendo, junto con otros millones de personas. No hay día en el que no maldiga a esas partículas alfa, beta y gamma que han ido perforándonos durante años, a mí y a mi familia, a todo lo que yo conocía. Ahora muero, a la vez que lo hace la leucemia en mi interior estando en la misma casa donde un día las noticias fueron el centro de atención, en la casa que, envuelta por el gas radiactivo, encarrilaría nuestros raíles hacia un muro en el que, tarde o temprano habríamos de topar.
Aquí estoy, ahora mátame, pero no acabarás con mis recuerdos, ni con mis ganas de vivir, porque son las de mi madre, y ella, nunca las perdió.


He intentado imaginar, pereciendo en el intento, cómo sería mi vida si, por haber nacido unos kilómetros más allá de donde, por suerte o por desgracia me encuentro, tuviese que sufrir esas grandes catástrofes que ahora mismo acontecen en mi planeta y en el de miles de millones de personas que sufren, siendo igual de humanos que yo.
Dilema, ¿Anteponemos la vida a la comodidad? Porque si quisiéramos realmente la paz, si tanto quisiéramos a nuestra raza no la pondríamos en peligro de ninguna de las maneras. Si de verdad quisiésemos y creyéramos en el amor, la fraternidad y la igualdad, deberíamos quemar las armas, las centrales nucleares, al igual que los ejércitos, y todo aquello que pudiera incitar a la violencia lo eliminaríamos inmediatamente.. Tenemos miedo, todos lo tenemos, y es miedo a los humanos, y a veces, a nosotros mismos y a lo que seamos capaces de hacer.
Nucleares o no nucleares.. yo diría que no las quiero, sin embargo, tampoco estoy muy por la labor de dejar de vivir lo bien que lo hago, pero pienso en las miles de personas que han fallecido para que yo tenga lo que tengo, para que pueda vivir sin preocupaciones y se me asaltan malos sueños. No quiero pensarlo, tantas personas con cánceres, malformaciones..
No sé si, de verdad, merece la pena pagar el precio.

domingo, 27 de marzo de 2011

Ausencia, vacío y relleno.

Incienso, un par de velas, oscuridad a medias y los cajones de la sala llenos de tiempo, eso es lo que necesito. Ausencia en mí misma y en mis múltiples personas. Quiero dormir, ya te lo he dicho y muchas veces. Preciso de múltiples corazones y cerebros sin sentimientos, y con una capicidad considerable, me urge pues quiero desalojar un poco mi cabeza, y la naturaleza, ahora mismo, me sirve de bien poco (aunque me sigue pareciendo la mejor cosa de mundo mundial)
Sigo con mi ausencia, que es lo que toca.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Inevitable

Con frecuencia, sobre todo últimamente, necesito preguntarme el por qué de las cosas, como ahora mismo, que no sé por qué escribo con claridad, sólo sé que lo hago por necesidad, por escape, por desahogo, eso es lo único que tengo claro.

Esta mañana, por alguna razón que no tengo muy clara, al levantarme me he preguntado que por qué había hecho eso.. y no ha habido mayor respuesta que el silencio. Una media hora después, ya en clase, me lo he vuelto a preguntar y así muchas veces más..  Y ahora me pregunto que por qué me pregunto tantas cosas..

Demasiado tarde, sí, esa es la respuesta. Siempre es demasiado tarde, y no nos damos cuenta..
Alguna vez me imaginé en medio de alguna reunión saltando de la silla y protestando por algo que me parecía injusto, pero después despierto del sueño, vuelvo a la realidad y es tarde.. Sin querer queriendo, dejamos cosas pasar, necesarias o innecesarias. Pero lo hacemos. Yo por lo menos.

P.D: Perdón por la ausencia, perdón por la mala expresión del texto.. Creo que mis neuronas están de huelga y algunas hasta de vacaciones, cuando vuelvan volveré a la normalidad. Gracias.

sábado, 19 de marzo de 2011

Gracias, de verdad..

Nací un 18 de marzo, y desde ahí, no me han parado de suceder cosas, cosas tan maravillosas como encontrarme con una vida y con el don de intentar querer vivirla, con las ganas y fuerza que, de vez en cuando, desaparecen, pero no por eso dejan de estar ahí, agradezco mucho que sea así.

Poco a poco, felizmente, me voy dando cuenta de que tengo una muy buena vida, y que para nada me puedo quejar y si lo hiciera sería una mala señal. Poco a poco y más felizmente aún si cabe, sé que tengo muchas cosas por las que vivir, muchos "quienes" por lo que vivir y supongo que, cada vez, más ímpetu e ilusión de hacerlo y eso está bien, y lo sé.

Si bien, no soy muy sentimental, mejor dicho, no sé demostrar lo sentimental que soy, a pesar de eso, y aunque suene muy, muy moñas, he de deciros que os quiero, y si os lo digo es porque siento que estoy rodeada de buena gente por casi todos los lados y eso, sinceramente, es genial.

Tengo un año menos para vivir, pero puedo celebrar todo lo vivido, y así es como he vivido y seguiré viviendo, celebrando, lo que sea, pero celebrando.. porque al igual que las ganas de llorar, del mal estar o el "asogue" como diríamos por aquí también las hay de vivir pensando que siempre puede venir algo mejor, y propiciando así su venida.

¡Muchas gracias, de verdad! 

domingo, 13 de marzo de 2011

Vendetta II

"Somos humanos, cada uno diferente, siete mil millones de personas, mucha gente y todos distintos en el mismo lugar que nos une y a la vez nos separa, variedad, biodiversidad. Somos peculiares, todos nosotros, y aunque no lo queramos reconocer, también raros diría yo... Preocupados algunos,despreocupados otros... unos comprometidos y algún que otro dejado por los pastos de las cabras. Influimos en el medio, interactuamos con y en él, de buena o mala manera, pero lo hacemos. Si bien está claro que perjudicamos en cierta manera, a éste, nuestro hábitat universal, no todo es malo, o eso es lo que yo creo creer..."

Declaración de Gaia: Nací un día, hace cuatro mil quinientos cincuenta y cinco millones de años, desde ese momento, no han parado de suceder cosas, unas buenas y otras malas. Después de eso, hace doscientos cinco millones de años unos dinosaurios poblaron mis tierras, se alimentaban de mis árboles y plantas, y otros se mataban entre ellos, más o menos como ahora, aunque ellos mataban para comer y no por gusto. Algo más tarde un meteorito acabó con dicha especie, aunque no con todos, creo, y la evolución de los más pequeños conformó lo que ahora conocemos como aves, reptiles y demás... Aparecieron los primeros primates, anteriores al género "Homo" no sé cómo ni por qué. Éstos se deshicieron en dos ramas, la anterior al género Homo, que son los ya citados primates y las posteriores a éste género que fueron luchando, de manera incansable, unos con otros por instinto de supervivencia, "El más inteligente y fuerte hará evolucionar la raza", y así fue. Poco a poco, estos nuevos habitantes de mi tierra fueron evolucionando de increíblemente con el bipedismo, la utilización de los pulgares para sujetar cosas, el razonamiento, y ligado a esto la invención... Recuerdo también que a medida que estos avanzaban se creaban subespecies, y luego, cuando habían llegado a los que se conoce ahora como Homo sapiens sapiens se crearon otras clasificaciones muy raras, y que, a mi parecer, no venían a cuento... eran algo así como negros, chinos, rumanos... parece ser que se clasificaban por países, a veces bien y otras utilizando esta clasificación de manera peyorativa. 

Lo que no entienden (ni quieren entender), a mi parecer, es que no hay muchas razas, sólo una, la HUMANA y como tal, todos han de ayudarse, quererse, y propiciar así una vida más larga y amena para mí. Gracias.

sábado, 12 de marzo de 2011

Vendetta..

Colocándonos en el caso hipotético de que la tierra fuese un organismo en estado puro con defensas como las nuestras, hormonas y pensamientos, sed de venganza, rencor, ira.. ¿Qué sería de nosotros?
Se calcula que las hormigas tienen, en total, es mismo peso que la humanidad si ellas se extinguieran se produciría un caos ligado a la extinción, sin embargo, si nosotros nos extinguiéramos no pasaría nada, por lo menos no ecológicamente hablando. Somos los mayores consumidores y nadie nos consume..
Desde un punto de vista no demasiado racional diría que todos las catástrofes naturales que se están dando en estos últimos años son desastres vengativos que provienen de esa gran madre que tenemos y llamamos "Tierra" de ese "organismo" vivo que nos dio alojamiento hace ya mucho tiempo para que nos realizáramos y viviéramos, y ahora, sedienta de venganza quiere recoger lo que es suyo, y como cualquier otro organismo, véase nosotros, no quiere morir, así que utilizará sus defensas contra los virus, que de una manera u otra, nos guste o no, acabamos siempre siendo nosotros..

El último escándalo, el terremoto de Japón, con 88.000 desaparecidos, probablemente sepultados bajo el agua. A eso considero yo (repito, desde un punto de vista no muy racional) una venganza..

La pena es que cuando queramos darnos cuenta será tarde y cuando pasemos a actuar mucho más aún, si cabe

miércoles, 9 de marzo de 2011

¡Una taza de tiempo, por favor!

Esta mañana me he levantado extraña, y lo primero que he hecho ha sido salir a tomar un poco de aire fresco, eso sí, siendo consciente de que minuto a minuto, segundo a segundo, la vida pasa y yo no puedo hacer nada para remediarlo, así que seguí respirando, como siempre, pero algo preocupada, con esa idea metida en el subconsciente..
Algo más tarde decidí tomarme un vaso de algo líquido. Leche no, que no me apetecía, mejor un café (aunque sé que es algo peor, pero por un día..) en fin, lo hice.. como siempre el proceso era: Coger una taza del tamaño querido, verter agua en cantidad moderada, al microondas aproximadamente un minuto, sacar con cuidado, echar dos pastillas de sacarina, dos cucharadas de café molido calculadas a ojo y después introducir, mediante ampolla o pastilla efervescente, todo el tiempo empleado en hacerlo, o incluso también en tomármelo, aunque eso ya requería otros métodos más sofisticados.. No se me da bien meter el tiempo en cápsulas digeribles, demasiado complejo.

Claro que, tras el café venía un día completo, 86.400 segundos, nada más y nada menos, de los que yo había utilizado (que no perdido, ni malgastado) unos 900, por lo tanto me quedarían 85.500, así contándolo parece que tardara mucho el tiempo en pasar, pero en realidad es lo más rápido (y relativo) que he visto y veré en la vida.. Después de todo esto que relato me tuve que ir en el instituto, en el cual paso al día 28.800 minutos, me quedan 56.700 más o menos..

La hora de comer era cuando decidí coger el ordenador y mirar un par de cosas pendientes que tenía (660 segundos) y después a comer, (1200 segundos), 54.840 utilizados (que no perdidos, ni malgastados)..

Y así seguía el día, y los minutos pasaban y con ellos los segundos, los micro-segundos, los nano-segundos, así hasta llegar hasta una unidad de medida de tiempo.. que no existe, digamos pues "medible por el ser humano"

Como no quiero seguir con éste rollo y quiero pasar a "la acción" voy a dejaros una tabla bastante interesante diría yo sobre cuanto tiempo utilizamos (que no perdemos, ni malgastamos) haciendo cosas que nosotros creemos que no cuestan nada de tiempo al día (Si bien está claro que esto es muy variable, pero por términos generales.. ahí va):


 Tabla de tiempos
Estar de pie30 años
Dormir23 años
Estar sentado17 años
Caminar16 años
Trabajar8-9 años
Comer6-7 años
Soñar4 años
Transporte urbano3 años
Ver televisión5 años + 303 días
Hablar y escuchar2 años
Reír1 año + 258 días
Cocinar1 año + 195 días
Estar resfriado1 año + 135 días
Cortejar y ser cortejado1 año + 139 días
Correr1 año + 75 días
Estar enfermo1 año + 55 días
Ir a la escuela1 año + 40 días
Festejar1 año + 10 días
Guardar colas500 días
Rellenar formularios305 días
Leer250 días
Telefonear180 días
Vestirse (hombre)177 días
Vestirse (mujer)531 días
Hacer la compra140 días
Afeitarse140 días
Lavarse (hombre)117 días
Lavarse (mujer)2 años
PensarMuy  variable
Peinarse108 días
Hacer pis106 días
Cepillarse los dientes92 días
Depilarse (mujer)72 días
Defecar53 días
Llorar50 días
Saludar8 días
Rellenar impresos fiscales3- 6 días
Consultar el reloj3 días

jueves, 3 de marzo de 2011

No hay vencedores, pero sí vencidos..

"Recuerdo perfectamente el momento en el cayó la segunda bomba, su sonido, los escombros y el panorama desolador que ésta dejó, recuerdo los gritos de mis compañeros de juego y amigos, recuerdo perfectamente sus caras antes de la explosión, explosión que acabaría con mi vida y con las suyas, de una manera u otra.."


7 de agosto de 1988, todos jugábamos al fútbol a pesar del calor que hacía, pues era la única manera que teníamos para distraernos. Lo pasábamos muy bien, no teníamos pelotas, así que utilizábamos cualquier objeto redondo para que hiciera la veces de balón.. ya fueran latas o incluso piedras. A falta de porterías nos quitábamos las camisetas y las dejábamos tiradas en el suelo, justo en el lugar en el que queríamos que estuvieran los palos.. Muchos de nosotros no teníamos zapatos, como consecuencia de ésto la gran mayoría acabábamos con los pies totalmente destrozados, a veces, hasta con sangre, pero eso no importaba, la piel de las plantas de éstos se había acostumbrado casi completamente a la dureza del suelo y a lo que te podías encontrar tirado en él.. Mi hermana pequeña y sus amigas nos veían mientras que hablaban al cobijo de la sombra del árbol más cercano. Yo siempre estaba pendiente de ella, no quería que le pasara nada y al menor indicio de altercado ya estaba preparado para actuar.. Hasta ahora, nunca nadie le había hecho nada, todos los niños de la comunidad nos llevábamos realmente bien, a pesar de ser una de las más pobres de la ciudad y casi del estado.

No mucho después de terminar el primer partido notamos cómo temblaba el suelo, nunca hubiéramos podido llegar a imaginar que era el principio de una guerra, de nuestra guerra, mejor dicho. Al notar el segundo estruendo, mucho más cercano a nosotros, a escasos 700 metros, corrí hacia las chicas y les dije que se tiraran al suelo rápidamente, no dudé en protegerlas con el cuerpo hasta que la tierra paró de temblar, cuando eso sucedió me apresuré a gritar fuertemente, aún sabiendo que la mitad no me oiría, o porque habían muerto o porque la explosión les había dejado sordos, que fueran a sus casas y no salieran hasta que supieran lo que había pasado. Y así hicimos, acto seguido agarré a mi hermana del brazo, estaba inconsciente, así que, sin a penas pensarlo, la levanté en peso hasta llegar a mi casa, donde estaban mi padre y mi madre, atados de pies y manos, hacían gestos extraños, como queriendo decir que nos fuéramos de allí inmediatamente, ambos llevaban una mordaza. Como yo no sabía absolutamente nada de lo que pasaba me dispuse a quitárselas, y cuando empecé noté el cañón de una pistola en mi espalda, giré la cabeza, mi hermana ya no estaba y habían matado a mis padres de dos disparos en la frente. No sabía cómo comportarme en aquel momento, sentí una mezcla de rabia, ira e impotencia interior casi indescriptible, y noté caer alguna que otra lágrima de mis ojos inocentes e incrédulos. Me ataron las manos, me pusieron una mordaza y me vendaron los ojos, los recuerdos que tengo de aquel momento están un poco borrosos, no sé si fui todo el camino llorando, gritando o callado, no lo sé, aunque tampoco creo que importe mucho eso ahora.. Después de una hora, aproximadamente, de viaje sobre baches, seguía con el cañón de pistola en la espalda, si me resistía me matarían, eso es algo que sí tengo totalmente claro. No mucho más tarde me bajaron del camión y me quitaron la venda de los ojos, aunque no la mordaza ni lo que me ataba las manos, avanzamos hasta el interior de una especie de refugio en cual habían también miles de niños como yo, de mi edad, e incluso alguno más pequeño, de cinco años, diría yo, también pude reconocer a algunas niñas, pero menos. Les estaban enseñando a matar, con pistolas, con cuchillos a sangre fría y sin piedad. Conforme nos íbamos adentrando más miedo tenía, llegó un momento en el que no sentía las piernas, ni siquiera le encontraba sentido a mi caminar, pero seguía ahí, de pie.. "instinto de supervivencia" creo que le llaman.. Nadie me dirigió ni una palabra, ellos utilizaban el idioma de las armas y la violencia, me dieron una metralleta y comenzaron a instruirme para que aprendiera a matar a mis iguales. Me negué, recuerdo, dos o tres veces, fue ahí cuando un general de la tropa infantil me comenzó a pegar, haciéndome así varias brechas, y cicatrices que aún tengo, como es evidente no volví a hablar, me ensimismé y me volví, en un par de meses, en un sumiso de sus superiores, total y completo, "El Obediente" me llamaban.
Una de las cosas de las que mejor me acuerdo es cómo, un mal día, me dijeron que mi familia, más en concreto, mis padres, estaban en contra del régimen dictatorial más perfecto de todos los tiempos, el régimen glorioso del mejor generalísimo que había y habrá. Me obligaron, de alguna manera, a odiar a todo lo que, alguna vez, fue mi razón para existir y hoy día sigue siéndolo. Yo, como buen súbdito, me lo creí todo, mi rabia interior aumentó, y la descargué matando a mis "enemigos" en guerras de las que ni siquiera sabía el nombre ni por qué se producían.


Aprendí a matar, y conforme mis conocimientos sobre ello aumentaban, mi persona, el niño bueno e inocente que creció jugando, desaparecía sin dejar rastro, y daba lugar a un sanguinario, frío y sin piedad niño de ocho años, dispuesto a matar, dispuesto a morir. 
Después de casi veinticinco años aquí estoy, contando lo que algún día fue mi perdición a unos auténticos desconocidos que son conscientes de que detrás de sus televisores hay un millón y medio de niños que sufren estas barbaries que yo sentí en mis carnes, las cuales no deseo a ningún niño (ni adulto) del mundo. Sigo aquí, viendo cómo, a pesar de lo avances tecnológicos, no se ha descubierto manera de erradicar las guerras, guerras que no tienen vencedores, sólo vencidos, personas que matan a personas, sin tener razones. Porque digan lo digan, no hay ninguna razón que justifique la muerte de otra persona, tenga la condición que tenga, NINGUNA.

En gris tirando a blanco, transparente..

Como mi mente ahora mismo, transparente, blanca, algo gris quizás.. Porque no todos los días son iguales, porque no todo sale igual de bien.. ¿Una solución? Sí, puede ser, esto sería lo indicado.. pero hoy no tengo las fuerzas necesarias para ponerme a buscar, tampoco lo necesito, quiero disfrutar de todo, de lo bueno y de lo malo conjuntamente, porque sin pena, la alegría no es alegría de verdad. Hoy el tiempo no acompaña, hace frío, parece un día nostálgico.. un día como yo en estos momentos, gris y frío, cerrado en banda, oscuro, extraño. Hoy la vida no va a mi paso, no, hoy no, aunque eso tampoco significa que siempre sea así, tampoco quiero que eso suceda. Considero imprescindible que haya de todo, en todos lados, con diferentes formas y colores, quiero una vida variada, con diversidad, porque yo no creo en que todo sea blanco o negro, me niego a que esto sea así.  
Hoy es uno de esos días, también, en lo que sólo me apetece tomar un chocolate caliente y leer, y a eso me dispongo..

miércoles, 2 de marzo de 2011

Realidad ciega, pero realidad..

Once años, once tenía ya, y a penas había visto la luz del sol, sólo cuando ésta asomaba por su ventana, nunca salió de su casa, sentía una sensación extraña, desconocida e indefinible cada vez que pisaba la calle. Vivía solo la mayor parte del tiempo, así que casi no sabía mediar palabra, a veces una que otra suelta e incluso alguna escrita.. no sé de dónde las sacaría. No sabía qué eran las emociones, ni si tenían nombres.. Lloraba mucho, casi siempre, a pesar de no saber, tampoco, qué era eso, ni por qué lo hacía. El miedo le acechaba en cada esquina, aunque él no lo llamaría miedo.. seguiría siendo una sensación extraña, de hecho, para él todo era extraño, no había nada "normal".. Miraba por la ventana, y veía al sol, aunque no directamente, le dolían los ojos si lo hacía.. Semana a semana, casi mágicamente, aparecía comida en su nevera, pilas de ropa nueva e indicaciones, cortas y concisas.. Supongo que de ahí habría sacado las pocas que sabía..
Una vez vi a sus padres, a las tres de la madrugada, meter la comida en el frigorífico y escribir las distintas indicaciones, pero nunca se lo dije, costaría mucho que me entendiera, tampoco me escucharía, puesto que soy el narrador, y sólo los lectores tienen constancia de lo que escribo, pobre Paul. Dichos padres eran muy conservadores.. incluso creo que alguna desgracia les aconteció, desgracia que algún día me inventaré y os contaré, pues será curiosa, por eso no dejaban a su hijo salir y ver la luz del sol, notar la lluvia o, caminar por un campo..
Un buen (o mal día) aprendió a abrir la ventana, pero tenía barrotes y no pudo saltar.. El simple hecho de notar el aire en su cara le hizo, de alguna manera comprender lo hermoso del exterior.. pero sólo a pequeña escala.. Otro buen día buscó a sus padres por toda la casa, de arriba abajo, ¿Y qué encontró? Las llaves de la puerta, de su libertad, tampoco sabía cómo se utilizaban así que investigó, probó mil maneras de utilizarla, y sólo una funcionó, prescindir de ellas y abrir la ventana que tenía delante de sus narices..

Las soluciones no siempre son las evidentes, a veces, es necesario investigar, arriesgarse, y descubrir que esa es una de las maneras más prácticas de aprender qué es la vida (aunque nadie, o muy pocos, lo sepan)..
Y es que, la realidad, a pesar de ser dura, es realidad, y más vale saber a lo que te atienes antes que vivir por vivir sin vivir, a malas penas.. 

Viernes lector: "La mujer"

Ella tiene cuatro años, no sabe lo que significa la palabra mujer, tampoco sabe que, en algún futuro no demasiado lejano lo será.. Ella será mujer, con todo lo que eso conlleva. Por lo pronto se dedica a jugar hasta que el cansancio le agote, y a reír a carcajadas sin que nada importe más que el propio disfrute del momento.. Quizá no sepa aún lo que significa morir, ni guerra, y supongo, tampoco sabe de dolor.. pero hay algo que sí sabe, a pesar de no entender el significado de la palabra, sabe ser feliz, y lo más importante es lo que hace sin a penas darse cuenta..

Ella es mujer, y al igual que muchas otras, se levanta temprano, antes de que el sol asome por las rendijas de la persiana, aún no subida, de su habitación.. es de esas que pretenden no hacer ni el más mínimo ruido, y lo consigue.. Ella mira a sus hijos a distancia, pero no se atreve a decirles cuánto les quiere, están creciendo y no querría avergonzarlos.. pero es un afecto mutuo, ambas partes son conscientes.. Da la vida por ellos y éstos, a pesar de ser pequeños, aprecian el esfuerzo de su madre, madre que cada vez tiene más ojeras, y alguna que otra arruga, pero sigue siendo tan maravillosa como siempre. Es de esas mujeres que miran por la ventana nostálgicas sólo cuando creen que nadie les ve, es una de las que lloran en silencio, de las que se alegran más por sus hijos que por ellas mismas.. Aunque no lo quiera reconocer y se esconda detrás de la modestia, se merece todo lo bueno y más..

Ella es mujer, y como otras tantas cuenta hasta más de 80 años de edad, ha sufrido los efectos de una posguerra, con todo lo que eso supone. Ella, muy posiblemente, halla visto a alguien morir delante suya, y a pesar de todo, ahí está, al pie del cañón, ella y su alegría.. Tiene las manos agrietadas, pues lleva toda la vida trabajando, desde que era bien pequeña.. Nunca la he visto llorar, por lo menos no de pena.. Comparte conmigo su sabiduría y algún que otro consejo, dejó la escuela cuando era muy joven, más que yo, no se acuerda de cómo se escribía, casi no puede ver, así que leer, menos.. aún así, sus experiencias son dignas de mención y recuerdo.. Alguna vez me contó cómo se las apañaban para comer cuando no había, prácticamente, nada de comida, y cuando no, me ensaña a jugar a juegos populares en los que, con sólo una piedra, podías pasar el día entero.. Ella me dice que es feliz porque ha llegado a verme, yo le digo que soy feliz porque sin ella yo, no sería yo..

Sea como fuere, todas son (o serán mujeres) fuera de condiciones, de pensamientos y de etiquetas estereotipadas. Son y serán las que den vida a éste, a veces insulso, pero mundo al fin y al cabo.

Viento, felicidad..

Por quinta vez (si no recuerdo mal), y espero que no por última, he sentido la felicidad en estado puro, y no, no me ha tocado la lotería,   no me han regalado tres mil ordenadores y  tampoco he recibido un premio.. Hoy, sencillamente, me ha apetecido salir, salir y notar el viento, a pesar del frío, a pesar de todo.. porque sí, porque era lo que quería,  realmente me he sentido bien. Esta vez lo he hecho  sabiendo dónde iba a ir (aunque no cuándo iba a volver, si no, perdería la gracia), incluso con objetivos fijados.. Uno de ellos era ir a Cáritas, para abonar el mes que ayer acabamos  y otra, la que ya he dicho antes, ir por ahí porque sí..
Y es que, muchos definen la felicidad como algo grandioso que sólo vivirás una vez en tu vida,  si lo vives.. Yo no quiero creer que eso sea cierto, no quiero tener que delimitar las emociones con una fina barrera y decir entonces.. "Pues ahora estoy feliz, pues ahora estoy triste.." Es como definir el amor si en realidad no lo sientes, inútil, o eso creo (y quiero creer) yo..
Creo, también, que hay muchos grados en todas las emociones, y que cada uno fija sus grados, aunque tampoco tiene por qué, puedes limitarte a vivir sin necesidad de saber qué grado de melancolía, por ejemplo, tienes..
He de decir, puesto que me acaba de venir a la cabeza, que esta especie extraña de teoría de los grados de las emociones inacabada, que seguro que alguien ha hecho o intentado hacer ya (aunque a mí no me importe mucho eso) se parece bastante a lo que dije, hace más bien poco, en una entrada: a las etiquetas.

¿Qué necesidad hay de nombrar y definir a los sentimientos si no vas a experimentar ninguno? (Es curioso saberlo, pero mejor sentir que definir, por lo menos, así es a mi parecer..)