sábado, 5 de febrero de 2011

Media muerte y dos vidas..

Otra vez la vi, las paredes seguían blancas y oscuras se tornaban cada vez que ella dejaba de respirar. Otra vez la vi, y noté el frío de los barrotes que rodeaban su cama a modo de red, para que no volviera a caer. Otra vez la vi y no pude aguantar la lágrima que caía por mi mejilla, ésta vez no, no pude aguantar la esperanza, cayó, y nadie pudo impedir que chocara con el suelo y que las ilusiones, otra vez, flaquearan.. Es cierto, no hay más que ver, el tiempo está demasiado ocupado en consumir a la mujer que un buen día me dio la vida, la mujer que, ahora, muere, sin remedio alguno..

Vida mía, ¿Qué has hecho tú para merecer esto?, ¿Quién puede querer que tu hermosura, cada vez más endeble, caíga en las zapas de quién sabe qué y por qué? -decía mi padre, cada vez más resignado-

Sexto y último día, si antes la esperanza era la aguja que cabía, y se escondía, en un pajar.. ahora la aguja pinchaba a la esperanza, la anulaba hasta el punto de acabar con ella, con ella y con su casero, ahora pálido y escuálido, tirado en la silla, ante una nueva derrota..

"¡Dios, escúchame a mí, ya que con mi mujer no lo has hecho!, ¿Por qué?, ¿Por qué a ella?, ¿Existes?, ¿Si existes por qué dejas que muera, eh, por qué?"

Nuevos gritos, más sollozos, quizás yo debía gritar también.. Y si era así.. ¿Por qué no lo hacía..?

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