domingo, 13 de febrero de 2011

Diario de un cuarto de vida:

Viernes, 5 de agosto de 2010:
Sigo en el hospital de campaña, con vanas esperanzas, llevo tres días sin probar una gota de agua. Ayer una niña se me acercó, le dije que se marchara rápido del lugar en el que me encontraba, pues si se adentraba podría encontrarse con cosas horribles que asaltarían sus noches y no dormiría en meses, y, desde luego, no le deseaba eso a nadie. Tengo ganas de llorar, supongo que no noto caer ninguna gota porque ya no queda agua en mi cuerpo, qué triste. Apenas 5 minutos me quedan, lo sé porque cinco hombres blancos han pasado por delante mía y aunque a penas tenga fuerzas para hablar puedo escuchar. Oigo decir a uno de ellos que no merece la pena mi vida repararían gastos en mí, porque estaba prácticamente muerto ya, mandaron a cavar el hoyo en el cual me enterrarían y cuando me fui a dar cuenta, ya no estaban allí. Desde luego me habría encantado poder decirles que sólo necesitaba agua, y un par de medicinas, no pude. Pero bueno, si mi muerte sirvió para salvar alguna vida.. no perdí del todo. Acabo de morir.

Lunes, 13 de enero de 2011:
 Ahora estoy en no sé muy bien dónde, tampoco sé el tiempo que estaré aquí, pero puedo ver el mundo entero, puedo contemplar desde el polo norte hasta el polo sur. Después de vivir lo que he vivido, más bien, después de vivir lo que no he vivido he de decir:
¿Cómo puede ser que mientras una mitad del mundo goza de toda clase de comida y bebida a menos de 500 m, la otra mitad ha de recorrer 2 km para poder transportar una garrafa de agua desde el río "más próximo" hasta la aldea en la que habita?
¿Para eso morí yo? ¿Para enriquecer, de alguna manera, a los más ricos y empobrecer a los más pobres?
Yo creía que el mundo entero estaba igual que yo, nadie se dignó a darme información, ni datos, nada. Ni siquiera sabía de la existencia del dinero, ni de que se derrochaban tantos miles de agua al día, agua por la que yo habría hecho barbaridades, lástima que no me quedaran fuerzas por la ausencia de comida.
Tampoco tenía constancia de que existían medicinas que lo curaban prácticamente todo, ni que en otros países se habían erradicado las enfermedades por las que murió mi hija. Maldita sea.

Domingo, 30 de octubre de 2540:
El mundo se ha acabado, insuficiencia de víveres y derroche extremo de agua. El 60% de personas murió por desnutrición, el 15% por deshidratación. Os preguntaréis qué pasó con el resto de personas, murieron como víctimas de una guerra que se desencadenó a causa de ésto. Ahora no hay humanos y todo, absolutamente todo, es mejor. Las hormigas pueden ya respirar tranquilas, al igual que los siluros u otras especies..

"Los humanos ya no aportamos nada a la naturaleza, sólo la destruimos.."

2 comentarios:

- dijo...

Es por la racionalidad, los animales no saben lo que hacen, sólo hacen cosas, pueden ser perjudiciales o no para la naturaleza, pero digamos que al ser irracionales, son "propiamente" la naturaleza, y ella se autorregula. No hace falta extinguir a los humanos, sólo convertirlos en irracionales, o, lo que sería el reto, que su racionalidad sea "racional".

Marina Muñoz dijo...

Más que reto diría yo, pero sí.