jueves, 20 de octubre de 2011

La verdadera libertad

Cuando hablamos con nuestros amigos, en los colegios e incluso en el trabajo se nos llena la boca de esa palabra tan idílica y utilizada para referirnos a una sociedad ideal en la que las personas podríamos circular a nuestro libre albedrío, en la que no necesitaríamos orden porque no existiría el caos y seríamos tan dueños de nosotros mismos como del prójimo, sí, estoy hablando de la libertad.


Y ustedes se estarán preguntando (y si no es así, ya formulo yo la cuestión): ¿está usted infravalorando la libertad? Y yo, lógicamente les responderé que no, no estoy infravalorando nada, en cualquier caso estoy subrayando la importancia que se le da a palabras de la índole de solidaridad y tolerancia simplemente por el hecho de que su sonoridad es dulce al oído, eleva a la persona que las dice a una categoría de "santo" que posiblemente no le pertenezca (o sí, pero eso ya no nos ocupa, por lo menos no de momento). Estos vocablos nos hacen imaginarnos grandes fragatas liberando a los hombres de la esclavitud e incluso dándose la mano para fijar pactos pacíficos diciendo que abandonan todo tipo de violencia.

La verdadera libertad, señores, debería no dejarnos poder respirar por las noches, debería acongojarnos y hacernos llorar por las noches, el poder hacer lo que quisiéramos, cuándo y dónde resultaría ser la peor tragedia que viera la Humanidad. Debemos estar regidos por un orden, y una series de derechos y deberes que nos guíen, (ojo, he dicho guiar, que no viene a ser obligar, ni mucho menos).

Cualquier sentimiento empático que implique un bien apalabrado (sin acciones) hacia otra persona es gratis y nos dota de parecer tener un alma caritativa que posiblemente no nos corresponda. ¿Por qué? Yo se lo explico: ser buena persona es difícil, ser una persona reconocida por tus buenos hechos lo es aún más.
Hacer a los menos afortunados las personas más felices del mundo cuesta, cuesta mucho, y no sólo dinero, sino tiempo, energía, motivación. Desgasta a las personas que luchan por ello día a día.

Y por eso debemos saber apreciar a los verdaderos héroes, que son los que luchan día a día en fronteras, en hospitales de campaña, de voluntariado, y saber diferenciar entre los que actúan mientras los demás almuerzan.

Si por buenas intenciones fuera.. 

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