domingo, 16 de octubre de 2011

¡Han sido los genes!

¿Quién de pequeño no ha cantado la típica de canción en el autobús con sus compañeros de "Juanito se ha hecho pis en el saco de dormir, yo no fui, ¿entonces quién? Fue [Introducir nombre de otro compañero/a]"? Exacto, todos, y si no todos, la gran e inmensa mayoría de nosotros, mi generación. Me llamó mucho la atención descubrir que desde bien pequeños nos enseñan a despojarnos de los problemas, y cada padre utiliza una metodología. Hay quienes conseguirán desecharse de ellos un par de semanas o meses, y los hay que podrán olvidarlos para siempre.

Tenemos como herramienta siempre a mano el "Pasar la patata caliente" poner dos escusas tontas y seguir con lo nuestro, de hecho hay estudios científicos que prueban que si se descubriera que, por ejemplo, está en la genética masculina maltratar a la mujer, los hombres maltratadores utilizarían dicho dato como escusa para justificar sus acciones, y eso provocaría una gran confusión, pues que se encuentre en los genes dificulta la corrección de éste comportamiento violento, sin que en realidad tuviera que ser así pues una correcta educación desde un principio podría evitarlo, pero nos conviene más abandonarnos a nuestra suerte.


Está claro, no elegimos ser altos, no elegimos ser morenos, ni tener los ojos más o menos claros, y por lo tanto, en cuanto a rasgos físicos no podemos hacer nada, sería hipócrita juzgar a la gente por su apariencia, claro que aquí se entromete la caprichosa empatía y nos hace ser más afines con personas físicamente más agraciadas, es un sentimiento y, como tal, tiene un comportamiento ilógico e irracional, e incluso a veces injusto, porque nadie se merece ser menospreciado por este tipo de caracteres. Sin embargo, sí que podemos reprimirlos, es algo que hacemos día tras día y no pasa nada, amor, odio, ira son conductas que pueden ocasionar problemas si no se detienen en el momento preciso, y por lo tanto también la empatía. Como dice el genial cantautor Silvio Rodríguez: "Ojo que no mira más allá no ayuda al pie". Sería un grave problema, o por lo menos yo lo considero así dejar de conocer a gente maravillosa porque tenga una nariz respingona, o muchas pecas.

Hay quien dice que vivimos en una sociedad injusta, yo prefiero decir que ésta es selectiva, y perezosa.


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