viernes, 3 de diciembre de 2010

Dolor, el más sano de ellos..

Me dijo por primera vez que no se lo diría a nadie, dudé, dejaría pues que el viento siguiera su curso, miró a ambos lados de la vida y calló hasta el fin de los fines. Encontró en su vida la pasión de gritar en la esquina de la habitación en la que nadie entraba, así cogió destreza en las ganas de vivir, en las suyas, y siguió existiendo. Me dijo por segunda vez que no se lo diría a nadie, y como buena humana errónea volví a la duda, seguí, de tal manera, viviendo.
No encontré nada que me dejara hacer avanzar las dudas que afectaban a mi vida y recorrían mis entrañas, sí, como lo hacen ahora..
Ya más tarde, pero con la misma intensidad o más, si cabe (cabe), me miró a los ojos y lo repitió dos veces más, con una fuerza incesante, aún me pregunto de dónde de la sacó pues.. la que yo conocía era nula, me lo creí y ésta vez no dudé. Todavía tengo el puñal clavado en la espalda y, hasta que la herida no se cierre, que no espere que medie palabra..

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