domingo, 5 de junio de 2011

Las manos me huelen y saben a sal

Parón brusco, hemos llegado, para el coche y bajamos. La primera ráfaga de aire fresco y limpio, aprovecho y respiro mucho y muy hondo, ésto, por desgracia, no se puede hacer todos los días.
Miro a mi alrededor y veo montañas vistosas, cárcavas y pequeños torrentes que conducen la sal desde su nacimiento hasta el fin del ciclo del agua (ya infinito por sí mismo).
Senda marcada, camino guiado, ganas de pasear y algo de agua es suficiente, lo pienso, lo digo y lo vivo, para pasar una agradable mañana, como me las imagino yo, pastando por el campo como las cabricas.
Eso sí, no sin mi cámara, ésto no puede suceder y después no pasar a la posteridad, sería injusto, el espacio-tiempo con su respectivo universo no me lo permite, yo misma no me lo permito.

Diversidad de paisajes, buen ambiente.. ¿Qué más? Vida.

Dejo por aquí unas cuantas fotos de las muchas que he hecho durante el camino.
Fotos





















Gracias

2 comentarios:

Laura Martínez dijo...

Marina este sitio, ¿dónde está?

Marina Muñoz dijo...

En Crevillente. Tenemos que organizar una excursión nosotros para ir. Está genial :D