sábado, 10 de septiembre de 2011

¡Que nos cierran el mundo!

-Vamos, venga Raquel, que se nos hace tarde.
-No tengas tanta prisa, me queda un cuarto de hora, no más.
-¿Crees que va a estar la Tierra abierta para ti todo el tiempo del mundo?
-Oye, pues.. ¿Por qué no? Faltaría más.
-Deliras, deliras infinitamente. Anda, coge el abrigo, me han dicho que últimamente hace mucho frío en ese bar. Se pasan con el aire acondicionado pero parece ser que nadie se queja, lo que hay que ver.
-Entiéndeme, hace años que no vamos por allí, estarán todos nuestros amigos de la universidad y hasta algunos del instituto, quiero que sea especial.
-Sí, pero por mucho maquillaje que te eches no va a ser más "especial", pava.
-¡Uf, uf, uf! Va, toma las llaves, que me estás poniendo de los nervios.
-¡Aleluya! Mira, mira qué hora es.. No sé cómo puede extrañarme.

Ya en el coche, se dirigían a la fiesta en un local al cual hacía tanto tiempo que no iban que no sabían si se acordarían de dónde estaba, puesto que con el paso del tiempo evolucionaba.. unos opinan que para mejor y otros que ha perdido el encanto que tenía. Sea como fuere, la mayoría de personas que iban tendían a permanecer por aquellos lares durante mucho tiempo. Quizá por alguna de esas cosas estaban todos algo nerviosos en el reencuentro.

-¡Madre mía! ¿Has visto qué diversidad de elementos hay? ¡Y cuántos pisos! ¿Increíble, eh? Si sabes elegir puede que no te aburras jamas aquí..
- Raquel, cierra la boca, mujer, que te va a entrar alguna mosca.
-¡Mira, mira, mira, mira! ¿Ves a aquellos? Iban conmigo al instituto, me llevaba genial con ellos, pero por cosas de la vida se tuvieron que ir, nunca lo entendí del todo. Voy a ver cómo les va, nos vemos después.. ¿Eh? Pásalo bien.
-Diles que después iré yo a saludarles. Tengo que preguntarle una cosa al camarero. Por cierto, ¿Quieres algo de beber?
-Sí, tráeme lo que quieras, sin prisas tampoco. Muchas gracias.
-Vale.. ¡Hasta luego!

Raquel se fue a saludar a sus queridos ex-compañeros de clase, mientras tanto, su pareja fue a echar un ojo al local, diría que parecía un crítico profesional, estaba muy inquieto, casi todo estaba separado por secciones. En el piso de arriba del todo, hace ya mucho tiempo, estaba congelado y había fauna característica de ese clima, ahora se está derritiendo y quedan muy pocos animales. Iván sacó su libreta y comenzó a apuntar en una tabla cómo estaba todo antes y cómo estaba ahora. Así, más o menos:


Cuando terminó se acercó al camarero para exponerle sus dudas y éste le dirigió al despacho del jefe del lugar con el cual mantuvo una charla un tanto peculiar. Por un momento pareció que el joven inquieto fuera un activista de Greenpeace y quisiera salvar el mundo. Estaba claramente preocupado, pues lo había pasado muy bien allí tiempo atrás y no quería que el local se deteriorase, al entrar en él tuvo de la sensación de que esa fuera su segunda casa, todo muy extraño, pero así era.
El hombre con el que discutía era muy corpulento, su despacho no recortaba en lujos y comodidades, tenía de todo allí, y de todo le ofreció al muchacho, sin aceptar ninguna de esas cosas.
Resignado el pobre chaval bajó de la suite del señor alcalde de aquel mundo a escala reducida y para su sorpresa se encontró a todos borrachos, o algo parecido, extasiados, mejor dicho mientras que los camareros, ahora vestidos de esclavos, quitaban la decoración del local y lo dejaban prácticamente en ruinas. Ninguno de los presentes se dio cuenta de lo que pasaba, así que no reclamarían, Iván abandonó y la Tierra cerró, con todos dentro.



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