viernes, 29 de julio de 2011

El peluche

Esperaba ansiosa que llegase el día, llevabais mucho planeando qué haríamos, a mí me daba igual siempre y cuando pudiera estar con vosotros.
Me gusta montar en tren, o subir al metro, y mirar a todas y cada una de las personas que me rodean de arriba abajo y hacer algo así como un análisis psicológico de primera mano, a simple vista. Reconozco que me salían cosas realmente extrañas que muy seguramente no tendrían nada que ver con los susodichos, sin embargo muchos de los personajes de mis extravagantes historias, que apenas ven la luz, salen de ahí. Si tú supieras..

Llegué por fin a mi destino, los grandes jardines y el olor del galán de noche me conquistaron nada más pisar el suelo, miré a izquierda y derecha sin conseguir veros, me giré y ahí estabais, con vuestras pancartas estúpidas, pero con cariño, de bienvenida y aquel plátano gigante de peluche, amarillo canario, con una nota puesta que decía: "Porque sabemos que te encantan", ¡Bendita ironía!


Recuerdo que me pusisteis la venda en los ojos hasta llegar a la tetería "Luna Llena" me hicisteis sentar en el césped interior con los tés y las galletas delante y me la quitasteis, era todo precioso, todavía tengo nuestra foto tumbados y muertos de risa.

Me llamaron la atención las cejas de Marta, tenían una raya vertical muy llamativa y su piercing en el labio no dejaba indiferente a nadie, congenié con ella de una manera especial, podríamos decir. Después de pasarnos el humo de la cachimba a la luz ambiental nos levantamos y alejamos un poco del grupo. No me preguntéis por qué, pero acabé dándole un masaje en los pies y terminé no recuerdo bien dónde. Podéis seguir vosotros la historia.

Información del relato: 
Hecho a raíz de tres palabras otorgadas por Amy: cejas, dedos del pié y peluche. No podía salir nada bueno de ésto.


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